Toy contenta, yo no sé que es lo que siento….!!!

Dentro de 19 días cumplo exactamente 1 año en Panamá, además en 60 días exactos me casaré con uno de los hombres más geniales de este planeta.

Durante este año, sucedieron un montón de cosas, que nos permitieron crecer.

Aprendimos a vivir solos, sin mamá y papá (por lo menos los primeros meses, en mi caso), a lavar ropa, planchar, cocinar, fregar platos y pisos, limpiar los baños, cambiar las sábanas, hacer la cama, comprar en el súper y en la farmacia. Andar a pie, en taxi y «en bote» en una ciudad que apenas estábamos conociendo.

Asimilamos nuevas palabras (bote, chombo, fula, ayala vida, joooo…), nuevas comidas (los tamales, el guandú, el chicheme) y nuevos amigos. Nos enamoramos de los atardeceres panameños y aceptamos el calorcito y la lluvia, hasta aprendimos a quererlos y extrañarlos. Compramos un carro, recorrimos la c

 

iudad. Vivimos en tres lugares distintos: Ojo de Agua, San Francisco y de nuevo en San Francisco.

Tuvimos/tenemos trabajos buenos y no tan buenos. Lo acompañé en un nuevo proyecto y cambio de carrera, surgió genial y ahora es uno de los lugares más exitosos en ciudad de Panamá.

388123_10151005113662596_953000787_n

Comprendimos lo que es ahorrar de verdad-verdad. Decidimos casarnos, en serio – serio: pusimos fecha, buscamos unos wedding planners (GE-NIA-LES), escogimos el lugar (un poco lejos), la música, el fotógrafo, la comida, los vestidos del cortejo, etc. Nuestros amigos y familiares se alegraron, ahorraron junto a nosotros y en 2 meses estarán aquí acompañándonos (imposible expresar con palabras escritas lo mucho que esto significa para nosotros).

Me regalaron a Cookie Monster, adoptamos a la Nena. Aprendimos de responsabilidad y deberes: darles de comer, pasearlos, llevarlos a la veterinaria (la cual es mi número 1 en el celular), jugar con ellos, regañarles, mimarlos, amarlos.

Poco a poco y sin proponérnoslo, nos fuimos convirtiendo en una familia. Aprendí a convivir con mi mamá de una manera distinta, más madura. A amarlas, quererla y respetarla de una manera adulta, sin perder la niñita que llevo por dentro. Definitivamente le agradezcun montonononón que me esté acompañando en todo el proceso de la boda, sin ella no lo hubiera logrado.

¿Me arrepiento de haberme ido de mi país? NO. ¿Estoy feliz? SI. Aunque debo de aclarar que una cosa no tiene que ver directamente con la otra.  Yo AMO mi país y no dejaré de hacerlo nunca, pero más allá de la situación política, yo -nosotros- necesitábamos un cambio. De estilo de vida, país, trabajo, calles, ciudad, gente…

Estoy contenta, me gusta la vida acá, en lo que nos hemos convertido y cómo hemos crecido. Agradezco infinitamente al 2012 por todo esto y sólo sé que el 2013 será un año ROCK STAR.